Hoy me siento particularmente en calma, percibo una sabiduría que antes negaba y me daba miedo reconocer. Atendí a Luna antier y fue una sesión maravillosamente cargada de energía emocional y símbolica, importante para mi propia vida.
Comenzaré escribiendo que conocí a Luna en 2015 durante unas prácticas supervisadas de la Facultad de Psicología en un programa social llamado “Medicina a Distancia”, básicamente era un call center psicológico, aprendí mucho sobre el uso de la metodología Cognitivo-Conductual, pero la verdadera experiencia me la brindó Luna junto con otras tres Mujeres millennials como yo.
La primera de ellas, Luna mi maestra de vida, es de la Generación X y como buena mujer sabia y poderosa, nos acompaño poco a poco y fue nombrando con cautela al pan pan y al vino vino.
De vuelta al presente, veía a una Luna muy distinta a la que conocí, no por la edad o las arrugas, más bien por la forma de hablar de ella misma, insegura, dependiente, invalidante y agresiva.
Ese insight me llegó como una revelación espiritual, entendí que hace 8 años Luna fortalecida, segura de sí misma y con buena autoestima, supo hablarle a tres Mujeres que no sabían en lo que estaban inmersas y simbólicamente nos pasó el cetro de Poder o la antorcha, como gusten visualizarlo, a todas nosotras.
Por lo que sé, dos de nosotras aceptamos la ardua tarea de contribuir con el alumbramiento feminista en las vidas de otras Mujeres y continuamos nuestro camino morado con las Gafas Violetas bien puestas, hoy una de ellas es la Jefa de la Policía de Género y yo soy psicóloga y acompañante de Mujeres sobrevivientes de Violencia.
Luna ni ninguna de nosotras lo sabía en ese entonces, pero hoy comprendo que soy una de sus hijas simbólicas que regresa a su vida en el momento oportuno, cuando ella más lo necesita y cuando más lo necesito yo, para ser juntas una vez más un pacto sororo lleno de sabiduría de Mujeres para salvarnos de la Violencia y la pulsión de muerte que nos llama a todas por el hecho de ser Mujeres y estar inmersas en el sistema patriarcal.
Como hijas sabias y sanadoras tenemos el don de acompañar, sólo a aquellas que nos lo pidan y quieran ser ayudadas, no somos salvadoras de nadie, más que de nosotras mismas y en este sistema social es negativo ser egoístas y ver por una misma, por ello, la revolución siempre ha de comenzar por la ternura radical y el egoismo sano y necesario para no vivirnos como un “ser para otros” si no para vivirnos como un “Soy para mi misma” un Sujeto político que practique la “mismidad” categoría analítica que Marcela Lagarde describe como la capacidad de identificarse y vivirse como Mujer única e irrepetible.
Cada que una Mujer se nombra como un “Yo” está rompiendo un trocito más de patriarcado y colabora con el resonar del discurso Feminista urgente y necesario para continuar acompañando a otras Mujeres. Basta de ser precedentes en la historia de la Humanidad, es momento de dejar de sobrevivir y existir por el hecho de ser Mujeres.
"Ante necios y terroristas violentos, que la colectividad femenina nos proteja y libere al mismo tiempo de su laberinto patriarcal".
Psic. Charlotte Burgueño

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